El amor en tiempos de misiles
Al cineasta Daniel Díaz Torres le gustan los retos. Asume el de realizar comedias matizadas de un humor inteligente que persiste en acompañarle en la mayoría de sus obras. Quizá acepte el desafío de crear porque se ha tomado en serio que hacer reír es más difícil que hacer llorar. Aunque no le gusta hablar de sus películas antes de que estén los resultados, accedió a conversar sobre Lisanka, su próxima entrega cuando Esquife lo sorprendió durante una de las jornadas del rodaje.
La cinta, actualmente en etapa de postproducción, cuenta con fotografía de Ángel Alderete, producción general de Frank Cabrera, dirección de arte de Onelio Larralde y guión escrito a seis manos por su director junto a Eduardo del Llano y Francisco González, este último autor del cuento En el kilómetro 32, que sirvió de punto de partida para el desarrollo de la historia.
Transcurre en los albores de la década del sesenta, momento decisivo para nuestra nación, en un pueblo imaginario que bien pudiera encontrarse, al decir de Díaz Torres, en el interior de provincia Habana.
El título es el nombre de la protagonista, personaje interpretado por la debutante Miriel Ceja que funciona como eje principal del argumento. Todo comienza cuando a Veredas de Guayabal, pueblo ficticio donde radica una base de cohetes soviéticos y dos jóvenes Sergio y Aurelio se disputan el amor de la más bella y deseada muchacha de la zona, Lisanka, llega un grupo de soldados soviéticos entre los que se encuentra Volodia, quien representa un peligroso contrincante en la conquista de la joven. Esta situación perturba notablemente la vida de los personajes y del lugar que también se verá afectado por la inminente Crisis de los Misiles.
"Lo primero que quiero decir es que Lisanka no es para nada una película histórica y que quien aspire a ver en ella una recreación mimética de la Crisis de los Misiles le aconsejo que vaya a ver un documental, pero no nuestra película. Creo que es la pequeña historia inserta en la gran historia lo que nos propusimos transmitir en todo momento." expresó el director al ser interrogado sobre lo que aspira a comunicar con el filme.
¿En qué se sustenta fundamentalmente la trama de la película?
"Se desarrolla en el específico contexto que marcó una época, estos cuatro años que yo traté anteriormente en un documental de la serie Caminos de Revolución, un período en el que viví y recuerdo bastante. La película cuenta una historia de amor conflictiva, una suerte de cuadrado muy particular, el de una muchacha entre sus tres posibles amores. Cada uno la quiere a su manera pero no la comprenden del todo como el ser humano que es, no entienden sus sentimientos y realmente no piensan mucho en ella. La admiran, la quieren, pero hay algo --que es mucho más que un sentimiento de posesión-- más profundo, que es lo que quiere en verdad Lisanka y no consigue tan fácilmente.
¿En que género se inscribe?
No me gusta encasillar a mis películas ni endosarles una determinada etiqueta, pero te diría que es una tragicomedia porque a pesar de su comicidad posee situaciones trágicas que van a golpear de cierto modo al espectador. También tiene un poco de "realismo socialista mágico", por llamarlo de algún modo. Se enmarca en este contexto, en un clima en donde el humor está bastante presente y te lo digo sin ningún temor porque he notado que últimamente existe una tendencia anticomedia en nuestro cine, lo que me parece un lugar común y una banalidad, porque existen malas, regulares y buenas comedias como mismo existen tanto genios del cine como mediocres que se han aventurado en el género.
¿Cuáles fueron los mayores retos asumidos en la realización?
Es una película que tiene muchos actores y extras, fue difícil encontrar el pueblito que me viniera perfecto y también reconstruir y arreglar muchas locaciones. Es un poblado imaginario al que denominamos Veredas de Guayabal, sin decir nunca su localización, porque creo el cine no puede ser evidente. Otro de los retos que nos trazamos fue lograr una visualidad muy ligada a cierta estética de las películas soviéticas de los años sesenta, planos un tanto abiertos realizados con lentes anchos. Hay momentos en que se respeta mucho una amplia presencia del color muy en correspondencia con la época.
Hemos recreado sucesos con una amable ironía que tiene que ver con ciertos cánones del realismo socialista, revisitado con cierto sarcasmo dentro de la trama e impregnado de nuestra cubanía, lo que le da ese carácter imaginativo un tanto surreal, mucho más vinculado a nuestro costumbrismo y a nuestra idiosincrasia. Todo se fusiona para entregar el producto final.
¿Y en cuánto a los actores?
Hay actores con los que siempre he querido trabajar como Enrique Molina y Jorge Alí con el que no pude filmar anteriormente en Camino al edén y aquí hace un papel que me satisface mucho. Está Osvaldo Doimeadiós en un papel "secundario"que para mí es muy importante. Cuento con las actuaciones de Raúl Pomares, Paula Alí, Blanca Rosa Blanco, los jóvenes Miriel Ceja, Carlos Enrique Almirante y Rafael Ernesto Hernández con quienes he quedado muy satisfecho. También cuento con Kirill Zolygin y Vladislav Vetrov, actores rusos de los que uno hace un protagónico, y un actor español, Jorge Palacios, que interpreta al sacerdote, entre otros. Es una historia en que cada uno defiende lo suyo optando posturas tragicómicas.
¿Qué destacaría de la cinta?
Te diría que los elementos de humor no predominan todo el tiempo. Creo que se refleja un ambiente en la que elementos surreales forman parte de la realidad. Todo está muy vinculado al clima de la película donde se mezclaban grandes entusiasmos con alegrías y tristezas logrando grandes contradicciones y conflictos donde los problemas humanos se fusionaban con los de nivel nacional e incluso internacional. Muchos vivían apasionadamente el momento sin darse cuenta de que este fue, luego de las guerras mundiales, el momento en que la humanidad estuvo más en peligro. Estuvimos a punto de ser invadidos. Y creo que la gente o no tenía verdadera conciencia de los hechos, o simplemente vivían sin miedo. Este fue un período bastante violento en que se evidenciaban grandes luchas de clases, donde se relacionaban estos fenómenos políticos, económicos y sociales a su vez con los pequeños dramas humanos de los que se compone la vida. Tratamos de recrear más o menos el clima sin llegar a hacer una reconstrucción arqueológica de los sucesos, determinante a nivel de detalles que pienso puede llegar a resultar aburrida.
Abordar de cierto modo a un pueblito cercano a una base de cohetes soviética, el ver como se desarrollaban dos culturas tan diferentes en esas situaciones, como coexistían los elementos humanos desde una mirada un tanto ingenua, fueron los principales propósitos. Traté de que se acercara un poco al presente lo que se está tratando. Hay muchas cosas no solo a nivel visual sino al de los personajes, su comportamiento, sus diálogos que no los sentimos lejanos en el tiempo, la intención fue extrapolarlos de cierto modo a nuestra cotidianidad. Hasta ahora estamos conformes porque se ha cumplido un alto porcentaje de lo que nos trazamos en un inicio. Pero es solo luego de la edición cuando podremos apreciar los verdaderos resultados, aunque el entusiasmo con que lo hemos hecho ha conspirado a favor de la realización y creo que eso se verá en el filme.
Pienso que el público lo acogerá bien, confío en que los personajes se le hagan cercanos, no tanto por lo guajiro si no por nuestra forma de ser, nuestra expresión identitaria en ese momento histórico tan específico y el modo de establecer analogías de épocas y de valorar su vigencia. (Cecilia Crespo / Tomado de Esquife).
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