Homenaje a Fina García Marruz en Feria del Libro de La Habana

La obra profunda, de tersa belleza y transparencia, de la poetisa cubana Fina García Marruz brilló en la quinta jornada de la Feria del Libro Cuba 2009, en un homenaje con sede en el Centro de Estudios Martianos, vinculado de raíz a su historia lírica y ensayística.

La Casa de Cintio (Vitier) y Fina la llaman quienes trabajan en ella por la ligazón que ambos -unidos en la vida, la creación y el intelecto- han mantenido con esa figura inspiradora, el río martiano que los nutre, a la que dedicaron largas horas de estudio y apropiación, transmutados en alta literatura.

Reverenciada en la feria que le consagra la flor de su tributo, la imagen de la poetisa -ausente por razones de hondo peso familiar- se hizo presente en las voces de quienes recorrieron el latido de su poesía, el alto vuelo grácil y la afilada lucidez de sus ensayos.

Fue un acercamiento desde el respeto, la admiración y la amistad, iniciado por otro escritor de calibre, Roberto Fernández Retamar, quien reiteró una vez más su percepción sobre una autora a la que considera, y no soy el único en hacerlo -dijo- "la  más importante poetisa de nuestra lengua viva".

El presidente de Casa de las Américas recordó cómo se conocieron hace 58 años cuando era "una preciosa muchacha de 28 " y el tenía 21. "Casi teníamos la misma edad -afirmó-, pero ya Cintio y Fina eran dos personas mayores dentro de la poesía y nuestro espíritu en general".

Ella ha estado muy presente en mi trabajo literario, precisó, y aludió a la tesis con que coronó sus estudios universitarios, consagrada a la poesía cubana contemporánea. "Ambos han sido madre y padre espirituales míos, a pesar del breve tiempo que nos separa".

Ahora volví a leer muchos de sus poemas, aseguró, desde 'Transfiguración de Jesús en el Monte' y 'Las miradas perdidas' hasta 'Visitaciones' y 'Habana del centro', sus libros más recientes "y me quedé una vez más sobrecogido por la inmensa calidad de esa poesía".

Destacó, a la par, la pluralidad de asuntos y formas, donde prácticamente no hay uno que ella juzgue inferior para concederle el privilegio de su poesía.

Tocó al historiador Pedro Pablo Rodríguez adentrarse en la obra ensayística de García Marrúz, a su singularidad dentro del grupo Orígenes, de curso trascendente en la literatura de la isla. Para ella "el ensayo es literatura, un jardín especial dentro de los varios que integran ese reino", opinó.

Ágil es su verbo como sagaz y hondo su análisis -subrayó- sin desbordamientos ornamentales, acerado en su poder de convencimiento, en su argüir demostrativo, en su impecable lógica argumentativa. "¿Será que por el puño echa flor?", se preguntó.

En ella el ensayo es un sabroso diálogo con los lectores, añadió, en que "la imagen se contiene y brota espontánea para aclarar lo que la sabiduría desliza imperceptiblemente".

Fuente inagotable de aprendizaje, inspiración y enriquecimiento, Fina García Marruz, a pesar de su ausencia, siempre estuvo presente en un homenaje en el que fluyó la energía y el caudal de una obra de pureza acendrada, personalísima, sólo igual a ella misma. (PL).